Para esta aventura contamos con Decepticons, una
caravana que tenia hasta nevera, cutre pero funcional al estilo la Paca (la
caravana de Cairns post).
Mi madre al principio tenía cara de pocos amigos con la caravana pero yo creo
que al final le cogió hasta cariño. A la prima de Paca le costaba trabajito
acelerar y en los tramos con cuestas nos dio algún sustillo pero al final fue
todo una campeona. Gracias a tener a esta amiga sobre ruedas pudimos acceder a
zonas menos turísticas que esconden mucho encanto y que nos dieron alguna que
otra sorpresa.
Conforme empezamos la aventura llevé a mi madre a
sitios que yo ya conocía como el blowhole de Kiama (post)
o las playas blancas de Jervis Bay (post),
desafortunadamente el día estaba algo nublado por lo que la playa no brillaba
como es habitual. La primera noche la pasamos en un área de descanso junto a la
carretera, esa noche nos acompañaba una super caravana con dos chicas
Canarias.
Bien temprano pusimos rumbo a Narooma, un pueblo que
se encuentra en mi top 5 de este viaje, antes hicimos una parada fundamental
para desayunar en el mercado de productos locales de Moruya. Narooma se
caracteriza por tener una entrada de río serpenteante, a su paso va haciendo
eses sobre la tierra. Los pelícanos son aves fáciles de encontrar y fáciles de
alimentar y fotografiar. Este pueblo también contaba con una extensa playa
ideal para surferos y quizás lo que la haga más especial es una roca que tiene
un hueco con la forma del Australia. Más adelante encontramos rocas con forma
de camello, caballo o ballena.
El siguiente punto fue improvisado ya que por lo
general estábamos siguiendo una lista de lugares que previamente me había estudiando,
informado o me habían recomendado. Mystery Bay
fue uno de estos, tan misteriosa que uno podía pensar que se encontraba
en supervivientes, en cayo Paloma o en la Palapa. En nuestra vuelta a la
carretera principal nos encontramos un erizo que estaba cruzando por la
carretera de forma muy elegante, es algo digno de ser observado.
Visitar el pueblo de Bega fue fruto de un error, mi
madre y el Google maps empezaron a llevarse mejor ya casi al final del viaje.
Fue un poco "pérdida" de tiempo y kilómetros de más pero ahora me
siento privilegiada por haber visitado la quesería de Bega ya que es una
famosa marca de quesos aquí en Australia, aunque solo los compro cuando están
de oferta ¡benditos sean los ladrillo de queso!
El siguiente destino eran Merimbula y Pambula, más que
Australia parecen nombres de leyendas griegas. El primero, Merimbula, lo
pasamos de largo pero esta vez por error mío. Pámbula fue un sin más, vimos
Lion Park, un mirador bonito pero tras los que ya habíamos visto y los que nos quedaba
por ver, este no merecía mucho la pena. La segunda noche la pasamos en un motel
de carretera en Eden, mi madre necesitaba una ducha en condiciones y sus deseos
son órdenes. A la mañana siguiente amanecimos con vistas a la Bahía de Twofold
muy idílico todo, haciendo honor al nombre del pueblo.
El tercer día tocaba cambiar de estado, llegábamos a
Victoria pero antes visitamos el parque de Ben Boyd, fuimos a la torre Ben Boyd
construida con rocas provenientes de Pyrmont y Ultimo (barrio en el que vivo en
Sídney), esta torre fue construida para avistar ballenas por el empresario que
da nombre a la torre y al parque, por 1850 la economía de esa zona dependía de
la caza de ballenas la cual cesó cuando Ben Boyd falleció. Actualmente la torre
se encuentra cerrada y no se puede subir pero hay miradores en esos acantilados
desde los cuales tuvimos la gran suerte de ver a una familia de tres ballenas.
Ese día fue de hacer kilómetros, abarcamos mucho en poco tiempo por lo que no pudimos
disfrutar de todas las rutas que tenía en mente. La hora del café era casi
imperdonable, esa tarde paramos en Lakes Entrance, otro de los pueblos de mi
top 5, conocido por sus cisnes negros y sus cauces de río enrevesados
desembocando en la mar. Para salir del pueblo fuimos parando en cada uno de los
miradores, a cual más impresionante, el río cambia de color por zonas y desde
la distancia la silueta del río se asemejaba a la de unos auriculares
enredados. Para esa noche encontramos un área de descanso en Port Albert, un
pueblecito con marismas y mucho encanto. Cenamos en el típico bar de pueblo en
el que en cada rincón encontrabas una rana, decorativa claro.
Uno de los parques nacionales que tenía en la lista
era Wilsons Promontory, es la zona más al sur de Australia (sin contar
Tasmania). Hay muchas playas para visitar y muchas rutas fáciles, medias e
incluso de días. Cuando entras en el parque es por una carretera llena de
arbustos que tapan cualquier tipo de vista hasta que llegas a lo que denominé
la Sabana Australiana (nunca he estado en una sabana pero los documentales son
mi referente). De entre todas las playas elegí dos: Squeaky Beach con vistas
preciosas y rocas gigantes anaranjadas, otra playa de arena blanca perfecta
para surfear o echar el día relajadamente. La otra fue Norman Beach a la que
accedimos por el río el cual tenía un sorprendente parecido en color al río
Tinto de Huelva. Tras echar la mañana en ese paraíso de la naturaleza
tocaba seguir en dirección Melbourne no sin antes parar en Phillip Island, no
se trata de una isla sino más bien de una península conocida por dos cosas: el
circuito, donde cada año se celebra el Gran Premio de Australia de
Motociclismo, y los pingüinos azules (Eudyptula
minor). Desafortunadamente no pudimos quedarnos para el atardecer que
es cuando hacen el desfile por la playa pero una vez más la suerte nos
sonrió y encontramos un pingüino rezagado o quizás desorientado bajo las
tablas de la pasarela. Esa noche la pasamos como reinas en un motel de carretera,
el único que encontramos abierto a las siete de la tarde y con plaza
disponible.
El día siguiente lo empezamos con un topicazo, las
conocidas casetas de colores que se encuentran en una playa al sur de
Melbourne. En total 82 casetillas de diferentes colores e incluso tamaños,
puedes encontrar la típica Australiana con la bandera, la de Caravana surfera,
algunas con vida marina como estampado, la LGTBI+ friendly, pero de entre todas
las que más ilusión me hicieron fueron 4 o 5 con la bandera del Cai, rayas
azules y amarillas ¡ole!
Nos faltaba un día para dejar la caravana y por
supuesto no podíamos faltar a la cita con los 12 Apóstoles. Tomamos la Great
Ocean Road, 243 kilómetros de los cuales hicimos los justos y necesarios para
llegar a Bay of Island. Por el camino paramos por Lorne, un pueblo pesquero que
cuenta con unas vistas de ensueño, en The Lorne Pier Seafood Restaurant
disfrutamos de un pescado local de escándalo y de un postre
australiano/neozelandés muy afamado, Pavlova. Continuamos la conducción a
través de las montañas con vistas al mar a nuestra izquierda, la carretera
estaba prácticamente puesta para nosotras, quizás el tiempo no acompañaba para
que hubiese turismo por la zona, una lluvia ligera nos acompaño casi todo el
día. A tan solo media hora para ser las cinco de la tarde llegamos al cabo
Otoway donde se encuentra el segundo faro más antiguo de Australia y el único
de los más antiguos que sigue funcionando.
Esta noche la quisimos pasar en un área de descanso en
medio de la naturaleza, lo que no sabíamos era en las lamentables condiciones
en las que se encontraba el camino, abandonado y solitario. Tras casi doce
kilómetros llegamos a una zona embarrada y con muy mala espina, además no
teníamos señal en el móvil por lo que decidimos volver por donde habíamos
venido, de nuevo esta pérdida de tiempo nos trajo una grata sorpresa. A la
vuelta vimos un coche parado en mitad de la carretera, ambos pasajeros se
encontraban mirando hacia la copa de los arboles, eucaliptos, que bordeaban la carretera,
les pasamos de largo pero a mí me picó la curiosidad y comencé a observar los
enormes eucaliptos y fue en ese mismo instante cuando vi mi primer koala vivo y
sí digo vivo es porque durante todo el trayecto nos hemos encontrado koalas,
wombats y ualabíes ("canguros") muertos en el arcén. Durante este año
en Australia en la medida de lo posible he intentado disfrutar de su
naturaleza, fauna y flora, de forma siempre respetuosa. Si quiero ver a un
animal que sea porque está en libertad y sin perturbar su ambiente.
Al final pasamos la noche en un parking de caravanas
por tan solo 10$ y estaba la mar de bien equipado. Este lugar se encontraba en
Princetown a tan solo diez minutos de los 12 apóstoles, llegamos justo al
atardecer así que raudas y veloces fuimos a Gibsons step donde pudimos bajar a
la playa y ver una de las primeras imponentes rocas de caliza formadas hace
veinte mil años, ocho de las nueve siguen hoy día sorprendiendo a los turistas.
En 2005 una de las rocas cayó debido a
la erosión de las olas.
A la mañana siguiente visitamos varios miradores desde
los que fotografiamos esta maravilla de la madre naturaleza. Continuamos unos
kilómetros más pasando por diferentes miradores que dan pie a otras rocas
erosionadas por colosales olas. Entre ellas: London Bridge, Lord Ard Gorge, The
Arch, Bay of Martyrs y una de mis favoritas: Bay of Island, una bahía con rocas
no tan imponentes como las de los 12 Apóstoles pero las supera en número, en
este caso a mi me sorprendió más la cantidad que la calidad.
Ya tocaba volver a Melbourne pero esta vez por dentro,
la imagen campestre Australiana puede llegar a ser similar a la que puedes
encontrar en algunas regiones de España, lo más destacable fue la gran cantidad
de vacas que albergaban esas tierras, también el contraste de trigales y campos
llenos de lilas. A punto estuvimos de quedarnos sin gasolina, fueron veinte
kilómetros de mucha tensión, sin conexión a internet y sin una sola señal de
gasolinera. Una vez llegadas a Melbourne tocó limpiar a nuestra compañera de
viaje y dejarla descansar junto con sus primas. Tras cinco días llegamos por
fin a la civilización, una cama en condiciones, una ducha impoluta sola para
nosotras y unas vistas muy cosmopolitas desde los ventanales de la habitación
de hotel.
En Melbourne pasamos casi cuatro días, suficientes
para visitar los lugares más emblemáticos y perderte un poco por sus calles del
centro. El mismo día que llegamos fuimos a uno de los edificios más visitados
hoy en día, la torre Eureka. Seguimos al pie de la letra la recomendación de mi
amiga Julieta, ir antes del atardecer para ver Melbourne con luz y esperar al
atardecer para ver una ciudad llena de luces y vida. Melbourne es una ciudad
que a mi parecer, cuenta con algo más de historia que Sydney, en las calles
existe una mezcla de pasado y presente. Hay iglesias más imponentes que en
Sydney y a la vez encuentras edificios más imponentes e innovadores. La
arquitectura de Melbourne es una de las cosas que más me sorprendió, no puedes
dejar de mirar hacía arriba, rodeada de gigantescos edificios a cual más
brillante, psicodélico, colorido o extravagante.
Un punto muy positivo que tiene Melbourne es que el
transporte público en el centro es gratuito, desde el hotel llegábamos a
cualquier sitio en cuestión de minutos y si no un paseito de veinte minutos por
esas calles no suponía un gran esfuerzo. Otra gran diferencia con respecto a
Sydney es la vida nocturna, sin lockout, que para quien no lo sepa en Sydney
por la noche si quieres ir a un local tienes que entrar antes de la una y media
de la mañana o no te dejan entrar, dejan de vender chupitos a las doce y dejan
de vender alcohol una hora antes de cerrar el local que suele ser a las cuatro
de la mañana como muy tarde. Melbourne está repleta de terrazas y azoteas donde
tomarse una cerveza después de trabajar parece que forma parte de las tareas de
un oficinista.
Como buena ciudad histórica cuenta con un río, el río
Yarra, bastante adaptado a la vida cosmopolita, cuenta con muchos
puentes que conectan paseos, parques y restaurantes, es un verdadero río con
vida. Así como vida le da el arte a esta ciudad, Melbourne es conocida por su
arte callejero, desde la mítica calle llena de grafitis pasando por museos de
todo tipo y exposiciones callejeras. El museo que más me gusto fue la Galería
Nacional de Victoria, cuenta con diversas exposiciones y cada una te sorprende,
desde la de arte oriental hasta la de cuadros de petit point, sin embargo, el
museo que más impresión da a primer vista es el conjunto de tres edificios que
se encuentran en Federation Square, por lo visto a los melbourianos les encanta
odiarlo. Por las calles encuentras estructuras y esculturas de diferente
temática entre las que se encuentra la aborigen. La música forma parte de la
vida cotidiana, en cada calle, cada esquina un músico afina su guitarra y/o su
voz y llena de vida cada rincón.
Entre 1850 y 1930 Melbourne creció en población, construcción,
cultura... llegando a ser incluso la capital de Australia hasta 1927. Es por
ello que cuenta con edificios de estilo británico como la State Library, el
Parliament House, el Ayuntamiento, el Royal Exhibition Building o la estación
Flinders (a la cual no entramos y escribiendo el blog me he dado cuenta que por
dentro es una maravilla). El centro cuenta con edificios muy parecido a los que
puedes encontrar en Palma de Mallorca, en este caso la mayoría están
"huecos" por dentro y compañías textiles los han rellenado con
tiendas. La mencionada biblioteca, State Library, nos dejo
maravilladas, es un espacio circular abierto con estanterías en los diferentes
pisos. En esta ciudad realmente puedes ver que hubo un pasado y que actualmente
está muy bien adaptado al presente.
Con lo que me quedo de
este viaje es de nuevo con la compañía, al principio tenía mis dudas con mi
madre ya que un viaje de carretera podía salir muy bien o muy mal pero lo bien
que mi madre se ha adaptado al tipo de viaje ha hecho que podamos reírnos mucho
y tomar decisiones muy consensuadas. Si para el año que viene sigo aquí y mi
señora y querida madre decide volver, ya le tengo medio preparado un viaje por
la costa este, esta vez no se va de Australia sin visitar la Gran Barrera de
Coral. En general me hubiese gustado más disfrutar de la naturaleza y haber
hecho mas rutas pero abarqué mucho tramo en poco tiempo, lección aprendida.
Espero que os haya gustado esta publicación y que hayáis conseguido llegar
hasta el final.